lunes, 13 de agosto de 2018

LA MAGDALENA PENITENTE.





Georges de La Tour - “La Magdalena penitente” (h. 1640, óleo sobre lienzo, 133 x 102 cm, Metropolitan Museum of Art, Nueva York)
Georges de La Tour es uno de los pintores más característicos del Barroco francés. A pesar de que todos sus cuadros...





Esta mañana salí limpio, como la suave brisa matinal, a las calles
de un Madrid más amplio. Algunos gorriones aún picoteaban algún resto de comida en dónde anoche las terrazas estarían llenas de voces. El autobús circulaba casi vacío y la luz de la mañana no tenía fuerza para hacer espejo en los cristales de las ventanas.
Madrid parecía un galán a la espera de nuevas aventuras. El caso es que hacía unos días que tenía la intención de visitar el Prado y anoche, ojeando la agenda de cosas pendientes, supe que hoy era
el último día para ver el cuadro que quería. Siempre dejo para última hora algo por hacer.
Cuando estuve frente al lienzo me dejé el exterior y comencé con
mis reflexiones sobre la maravilla que tenía ante mí. De momento
me impresionó la belleza de la mujer, algo nuevo para mí, pues de
todas las “Magdalenas” que tuve la ocasión de ver, las que estuvieron frente a mí, ésta me pareció la más hermosa y la más alejada de los tópicos, quizás por costumbre de los barroquianos. En el prospecto que orienta sobre el cuadro, se decía algo sobre la maestría de la naturaleza muerta que el pintor plasmó en el cuadro. Le di vueltas a esa opinión del cuadro y no supe captarla. Yo pensaba todo lo contrario, si bien es cierto que si el cuadro se divide, por ahí supongo que irán esas opiniones, los libros, la cruz y la calavera componen esa naturaleza muerta.
Sin embargo mis impresiones iban por un camino contrario. La Magdalena Penitente me parecía más viva, más mujer que ninguna antes vista y quizá con muchas añoranzas. Y lo de Penitente, no lo veo por ninguna parte. La luz de la candela de aceite es vertical, hacia arriba, y Magdalena mira hacia abajo, su
gesto es descansado y su pelo está contorneando sus hombros firmes, su mano derecha se posa, segura, sobre la calavera que está sobre sus piernas y muy cerca de su vientre, que según mi
impresión, ya lleva dentro una nueva vida. El cuadro tiene una luz
admirable que soborna a la sombra hasta el punto que nos permite
ver un grano en la mejilla derecha de la mujer. Por poner un algo,
la sombra del brazo derecho no es muy natural. Cuando me sentí
lleno de esta maravilla de lienzo, salí de la sala tirando a la papelera el prospecto sesudo de los grandes entendidos sobre la pintura.
Al salir del Prado, los gorriones ya no estaban en las aceras, sino
en los árboles y Madrid parecía más pequeño, aunque más tenorio
que antes.



MAGDALENA PENITENTE DE GEORGES DE LA TOURS.
Madrid, 28 de junio de 2009. Plaza del Ángel Caído.