Llevando
a Nani a su casa.
Poseer una sílaba de Libertad. Mi
amiga Carmela lo requería; gesto de medusa traslucida dentro de superficiales
aguas que el Sol las penetra. El coche era caballo con crines de metal, de
cascos que no dejaban de rodar e interminables ojos de cristal.
Carmela, de
samaritana intención, conducía con la vista nublada, a chorros de tormenta por
su deseo escondido. Ella empañó de músicas la columna vertical de la Luna menguante que nos
alejaba – a Nani y a mí- de la posesión
del segundo peldaño de la palabra. La carretera, vaivén de una mar tranquila,
se avecinaba, a la historia por desfiladero, al castillo de La Guardia ; serafín rescatado
de la negrura por los fuegos de sodio. Ella, en imaginaciones mariposas,
acentuó su presencia de vientre ya ausente. Carmela subió la escalera de la
palabra ya hecha, y se sintió Libre.
“De Jaén a La Guardia ”
Madrugada. 1 de mayo de 2004.