sábado, 23 de marzo de 2019

EN UNA NOCHE CON ELLA.














Una cortina de agua perfila
tu beso en junco florido de verdes
y marismas. Tú, ebúrnea que muerdes
los abrazos bajo la Luna que hila

la noche de nácar que nos descafila.
Sombra que te vas, haz que te pierdes
en las arenas y espumas valverdes
y ser, de caracola, eco que rila,

brisa océana de volcán candente.
La vida, abismo de la pasión,
ilumina, de estrella latente,

a nuestras sangres, carne corazón,
crestería del instinto emergente
por el poro de la razón ausente.




Madrid, noviembre de 2007.

NO SÓLO ES SUPERFICIE.








A la caza de la imagen y moda que vende, comprándote en somnolienta complicidad del yo y el exterior, la aguja que puntea, el cincel que labra el hábito que cubre la desnudez del hombre niño, patrio. El disparo que rompe y mata se yergue en bandera dorada de la fiesta al pie del SINAÍ; golpe de naturaleza a libre viento de instinto, tormenta y granizo que desgarra el tejido de un algo, seda que descubre lo más sencillo de la carne apolínea y placentera. ¡Despierta! El camino nunca está quieto a pesar de su
enmarque, como óleo en galería de museo, pero sí que es el mismo a pesar de los pasos, de los latidos, cortos o largos, de tambor o de campanillas. No es prisa. Sí es comenzar, anudar la cuerda que enganche el compás de lo empírico con la quilla de vaivén que hasta hoy nos ha acunado a toques de risas y lloros. ¡Muévete! El río se desploma por la cascada y no sabe hasta dónde llega. ¡Despierta! ¡Muévete!; el miedo abandona tu palabra curva por ser inevitable la llegada.



Madrid, 4 de marzo de 2009.

ORILLA




Orilla. La otra orilla
y entre las dos
una piedra que espuma,
en vagina de mar,
hasta la oscuridad de lo profundo. Perdida.
¡Cómo me ahogo al respirar el aire!




Madrid, noviembre de 2007.

viernes, 22 de marzo de 2019

BRUMA














La bruma respira - entre los demás y yo - 
desde su tapia blanca, en susto
que me amedrenta y encoge
en trapo de pinza y alambre.
Enfrente la bruma que me viene,
detrás la bruma que me dejé
y sobre mis hombros, a gotas
de pánico, la bruma que me sujeta
dentro de su misteriosa y densa preñez.
No tengo distancia,
me ausento de todo lo tangible
y el eco del terror humano
me posee - tierra y semilla - 
con su violencia abierta a lo desconocido.

La carne del miedo es lo que me delata.



Madrid, noviembre de 2007.

DE LA VIDA.












La ruptura - destrucción- es un simple poro
infectado de sinrazón
por el aliento pútrido del tiempo que nos pasa,
con sus alas negras,
y dejarnos bajo se extensa sombra.

La resistencia - unión - es un pústula
que aventuramos a reventar, en pico de alfiler,
como única epopeya por sentido del paso,
a medio dar, dentro del bosque renovador
de los regueros calientes de nuestros humores.



Madrid, noviembre de 2007.

DEL OTRO LADO DEL CAMINO UNA HOJA.






Del otro lado del camino una hoja
extensa, nueva, de aventura y prisa
por su verde húmedo. El calor se abre
acá, sobre mí; desierto de arena
sin dunas que subir para los granos
en viento. Ante mí, sin paso, el camino
que por una axila se me va; escapa
al sudor de la piedra ya cerrada.
En el otro, el allá, se curva, es pantalla negra
de mis ojos, telón que perforo
a punzón de mis imaginaciones.
¡Quiero cruzar! Mejor, saltar asfalto.
Pero el ancla del desierto sujeta
mi silueta, aún cambiante, a las sombras
dueñas de mis temporales pisadas,
sabiéndose esclava de mis miradas.

Del otro lado del camino una hoja.



Madrid, noviembre de 2007.