POEMA.
Ya el gallo cantó. El sol se abre paso
Hasta las alturas de los árboles
que regalan sus verdes oscuros en vivaz brisa atemperada, aún, de nochegustosa por las sábanas sobre los cuerpos desnudos.
Los pasos dentro de la casa van sonando
POEMA.
Hasta las alturas de los árboles
que regalan sus verdes oscuros en vivaz brisa atemperada, aún, de nocheTe voy a cantar una historia
joven de parca lengua,
para que en tu camino,
espero de muchos días,
te sea de apoyo y no de mengua
en tu saber y sabiduría.
Nací en la tierra de los olivares,
de sierras ocres, de campiñas
varias según el viento sus cantares.
Se llama Jaén y en lejanos
años, otros nombres les dieron
los que allí su sangre dejaron.
Pues ahí, y en la dulce infancia,
conocí a una risueña niña
y al poco, como de natural es la lluvia,
estábamos jugando calle arriba o calle abajo
al son del alto y viejo campanario.
La niña se hizo zagala
y yo muchacho imberbe,
dejando las correrías
por paseos y algunas veladas
que parecían ser de mayor importancia.
Las primaveras fueron pasando
como llegando más amigas
y más muchachos de barbas rasurando.
Pero tres los nombres te daré;
Carmen, la de mi infancia,
ágil y nerviosa como el rabo de una lagartija.
M Carmen: de las horas
hacía siestas que de agua estaban secas.
Victoria; de las tardes de terraza
era sudor su espera hasta que el gallo cantaba.
Con las tres sigo la amistad
por ventura y, con los tiempos pasados,
cada cuál vivió por fortuna
sus deseos de hacer vida
y traer hijos a este mundo
que, como Quijote, no es por locura
sino por libertad que a aquella sólo se le ventura.
¡ Y créeme muchacho!, a esta edad
en la que sé menos por conocer más,
sigo junto a aquellas tres zagalas
brindando del vaso de la amistad
para saborear de la ambrosía
que da el fruto de saberse amigo.
¡No me mires así chaval!
que aunque te digan lo contrario
lo único que elejirás en tus días
será a la mujer que te ame
y a los pocos amigos que te agranden
el surco que al final dejarás
en las manos o en la memoria
de los que viste y tocaste,
pues el viento de este mundo
te borrará como una estela de mar
aún estés en lo alto o en lo profundo
de la estepa que tienes que andar.