lunes, 28 de marzo de 2016



Resultado de imagen de la Guardia de Jaen


Llevando a Nani a su casa.


Poseer una sílaba de Libertad. Mi amiga Carmela lo requería; gesto de medusa traslucida dentro de superficiales aguas que el Sol las penetra. El coche era caballo con crines de metal, de cascos que no dejaban de rodar e interminables ojos de cristal. 
Carmela, de samaritana intención, conducía con la vista nublada, a chorros de tormenta por su deseo escondido. Ella empañó de músicas la columna vertical de la Luna menguante que nos alejaba – a Nani y a mí- de la posesión del segundo peldaño de la palabra. La carretera, vaivén de una mar tranquila, se avecinaba, a la historia por desfiladero, al castillo de La Guardia; serafín rescatado de la negrura por los fuegos de sodio. Ella, en imaginaciones mariposas, acentuó su presencia de vientre ya ausente. Carmela subió la escalera de la palabra ya hecha, y se sintió Libre.


“De Jaén a La Guardia
Madrugada. 1 de  mayo de 2004.



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