Así, sin luna, el eco de la noche deteniendo las flores
con cálidas mareas en su cuna me mecía
como prisionero, raptándome de tus lugares indecibles,
de tus contornos de cera en los que ardía
sin el sol que, en espejo, asegura la danza de las sangres
de un antes o en el después crecido que aún florecía
en el manantial de mi deseo; sombras en la noche inmutable.
Para M. Poemario 2011
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