RAZONES.
La razón,
en voz baja,
se agiganta, crece
como embrión fecundo
en el vientre de la madre.
En voz alta,
encoge, se rompe
en vara de avellano
a la intemperie
de la noche invernal
y de nubes despojada.
¿Por qué voceamos
asustando a los corazones
posados en nuestras manos?
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