Ahora, la puerta de la impotencia
me deja en el zaguán,
si madre, de tu inmensa ausencia.
Ahora soy un laberinto
de tus aromas,
de mis pensamientos vueltos a ti,
en la palabra que nos invitó
Ahora el Tiempo nos niega;
a ti para Todo,
a mí, hasta mi muerte.
Ahora camino por tu ausencia
y no respiro;
solo, ante el nombre de tu destino
oigo urdir tu túnica de misterio
tras los mármoles que datan
tu cierre con la luz que ya no te ve.
Aún ahora, y aun de mí mismo,
me voy de huracán a brisa,
de "neptúneo"
a tu ola de mar
que, cómo tú me besaste,
acaricia, grano a grano,
mi orilla de luna y de hombre.
Y te escribo, madre, posándome
sobre lo que no puedo,
en mi creída libertad de pulso y tinta;
has llegado a la única y común verdad
y eres marea viva de la muerte.
Te escribo, madre, sabido de tu nombre,
sujeto a ti como hoja de ciprés;
¡madre!, tu ser, es, ahora y siempre,
y luego, al final de las palabras.
Pormario "El jardín de Mnemósine" 2009.
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