domingo, 10 de junio de 2018

PINCEL DE LA NOCHE.








Una columna del Partenón se yergue desde las ovas del pez Tierra
hasta la mirada de mis pulmones que embrida de asombro, repta por el velo tremolante de la voluptuosa Nyx. Unos pasos y sólo sé que soy tras la fuga cruel de lo antes ido, en el vacío que dejan las sensaciones no sentidas, por el hueco roto del viento parturiento y silente que mata las amebas del profundo charco que aguan unas lágrimas de sal y llama. Es dar mi mano y no coger nada, es posarme sobre la arena y no dejar huella. ¿Acaso tú me ves? ¿Acaso me oyes? ¡Responde! Contéstame pronto que el
nanoinstante de convergencia también pasará.





Madrid, abril de 2006-

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