martes, 9 de mayo de 2017


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Un cuaderno y un par de bolígrafos. – Voy a escribir mi historia; - dijo Yulisa muy segura. Lo cierto es que la tarde era de esas que invitaba a refugiarse en el abrigo de las palabras. Las farolas medio se bosquejaban en la fría y penetrante niebla de Madrid. -¿Y cómo vas a empezar?; - le sorprendí. Me miró y después de una pausa, me contestó; - pues desde el principio. ¿Cómo quieres que empiece? – Buena idea;- aseveré. Y sin más, Yulisa comenzó a contarme su proyecto de novela. Con tantas idas y vueltas en las historias que Yulisa me estaba contando para que viera que tenía tema para escribir, el tiempo se nos echó encima. De repente. Y más corriendo que deprisa llegamos justos a la hora en la que Yulisa tenía que estar en su trabajo para hacer la cena. – ¡Adiós! Nos vemos; - se despidió.
Unos días más tarde llamé a Yulisa para verla. Quedamos en un lugar habitual. Esa tarde no iba a ser diferente a otras. Tuve que esperar unos minutos; - Lo siento. No pude venir antes; - se disculpó. Dejó el cuaderno sobre la mesa y me invitó a que le echara un vistazo. – Es lo que he escrito durante estos días.
Llévatelo a tu casa y ya me dirás que te parece; - me dijo. Está bien; - contesté. Sin embargo noté en la cara de Yulisa una ansiedad porque leyera lo que había escrito que cogí el cuaderno y me puse a leer de forma rápida. Mientras leía, de vez en cuando, miraba a Yulisa. Ésta se sonreía. Parecía que le gustaba que leyera su escrito. Cuando terminé de leer sus letras le dije, de manera sincera, lo que me parecieron. Ella se sorprendió y con un gesto casi invisible, me di cuenta de que me pedía ayuda para enfocar su historia. Hablamos de ello y durante la conversación su mirada no dejaba de agradecerme lo que le estaba diciendo. Eso me
reconfortó. Al día siguiente le devolví el cuaderno con unas anotaciones a modo de opinión. Yulisa las leyó y no dijo nada
sobre el tema.
Hoy, un rato antes de trazar este pequeño relato, me ha dado otra parte de su novela. – Escribo sólo en mis ratos libres; - me dijo. Los párrafos leídos eran muy duros para recordarlos en momentos de asueto y esos sólo se podían escribir al sentirse total y profundamente embriagada en una profunda soledad o en la mayor de las tristezas, si bien por otra parte sería posible al vomitar la rabia, las frustraciones que Yulisa tiene vulcanizando sus sangres. Siempre la escritura es una forma de terapia y Yulisa tendrá un motón de páginas que escribir para liberarse del dolor que la carcome y sé que pronto pondrá el punto y final a su novela.



Madrid, noviembre de 2012.





De "Retratos de Yulisa".2012

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