lunes, 9 de abril de 2018

DESDE UN TAXI.












¿Qué pasará tras las ventanas de esta ciudad de hormigón y cristal? Los periódicos sucumben cada mañana ante tanto caos. ¡Qué horror! Y de aquellas personas que nacen sin poder agarrarse a unas tetas que los amamanten ¿Qué? ¿Dónde están? ¡Qué perdón tan inmenso tendría que pedirles! Gentes que se mueren, se mueren y se mueren de hambre. Es una verdad como un templo de. Comienza a llover. Me gustaría no ser ONU y llevarme estas gotas de agua para empapar las tierras de barbecho eterno y ser trigo, arroz, alimento para el hambre.
Entonces me comportaría como un humano, me reconocería en la
parte del espacio original aún sin estercolar para la mente del Hombre. El individuo se abre al gran Cosmos, a la conquista de
otros planetas – no sé el por qué –, mientras aquí, a mi lado, en el susurro que escuchan mis oídos, me piden, con su último brío, una mirada compasiva y mi corazón en danza. Sin embargo continúo mirando las ventanas de esta ciudad de hormigón y cristales que se resquebrajan.




Madrid, marzo de 2004.

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